domingo, 20 de enero de 2008

Mitos, enigmas y tomaduras de pelo

Hace algunos años, en un foro, discutiendo sobre no sé qué, alguien, para que los demás viésemos que era persona juiciosa en todo, dijo que cada día bebía seis litros de agua. Quizás fuera de esas personas que hacen de la salud una obsesión de su mal disimulada hipocondría. Hoy, si no se ha muerto de una hidropesía galopante, no le faltarán multitud de programas de televisión, revistas, conferencias gratuitas, personas prestas a aconsejarnos sobre lo que debemos y no debemos hacer y, de este modo, morir sanos.

Como en casa pinto poco, he sufrido con paciencia franciscana durante años el resultado de estos consejos culpabilizadores, que tan pronto se ponen de moda como desaparecen, sin que nadie se excuse por sembrar el mundo de patrañas. Así pues, me han estado alimentando durante una década con aceite de girasol; una ignominia. Un día, en casa de un familiar, cené con aceite de oliva y derramé lágrimas de emoción por el placer recobrado. En esa misma época fue desapareciendo la mantequilla de la nevera, sustituyéndola por dudosas margarinas. Hoy, el aceite de oliva y la mantequilla son ensalzados por todos los dietistas, arrinconando aquellos sucedáneos que ensombrecieron mi sentido del gusto.


Pero volvamos al asunto del agua, mientras saboreo un buen Partagás con un Ballantine´s a mi derecha, a la salud del valenciano que bebía seis litros de agua al día, pobrecito. Los turistas empezaron a pasear durante el inclemente agosto barcelonés llevando estas feas botellas de plástico, que adoptan la temperatura ambiente tan pronto el sol achicharra. Ya es pena que haya quien se pague unas vacaciones y se abstenga de descansar en alguna cafetería refrigerada, pero es más triste beber agua recalentada con el inconveniente de una posible diarrea que ponga fin a la jornada. Y como todo lo malo se imita, pronto los mismos barceloneses llevaron la botellita hasta para ir al Liceo; un fenómeno de lo más extraño. He llegado a ver parejas embelesadas sosteniendo el agua con orgullo; daban ganas de decir: "Felicidades, ¿ha sido Lanzarón o Solares?". En enero, el "Brithish Journal of Medicine" desmontaba siete falsos mitos, entre los cuales está el de que "es necesario beber al menos dos litros de agua al día", porque tal afirmación carece de base científica. Acabáramos; un buen número de "enterados" nos ha estado adoctrinando con camamas sin ruborizarse. Si me preguntan, cuando detecto alguno le recuerdo que "el consejo no es bien recibido cuando no es pedido".

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